jueves, 20 de diciembre de 2007

Yo manifiesto el destino
de la humanidad para que todavía
muchos de Mis hijos humanos despierten
y cambien su modo de conducirse


Manifestación del Espíritu de Dios - Padre del año 1991


Tercera parte

La falta de paz conduce siempre de nuevo a la lucha. Y la lucha trae siempre de nuevo lucha. Y la destrucción traerá siempre de nuevo destrucción, pues cada lucha trae otras agresiones. Cada destrucción trae nuevo sufrimiento, y del sufrimiento surgen nuevas agresiones.

Las agresiones volverán a liberarse una y otra vez, tanto tiempo como el ser humano no cambie su modo de obrar y recuerde las leyes de la vida interna para cumplirlas.

¿A qué destino se encaminan muchos pueblos y naciones? Al destino de la destrucción y de la devastación.

Jesús de Nazaret dijo lo que vendría si los hombres no cambiaban su forma de pensar y actuar. ¿Han cambiado?. Ellos han convertido a su mejor amigo en enemigo, un amigo que desde que existe la humanidad le ha dado a la humanidad vida, luz y fuerza; un amigo que la ha alimentado, que le ha dado de beber, que le ha ofrecido cobijo, vivienda y alimento.

El amigo era el planeta Tierra con su atmósfera. ¿Qué han hecho los hombres con este amigo, con el planeta Tierra? Ellos envenenan la naturaleza. Ellos ultrajan la Tierra entera. Ellos hacen estallar la atmósfera, más aún, bombardean la vida. El planeta Tierra debe soportar las sustancias más terribles. Muchos seres humanos se preocupan poco de si el buen amigo sufre o de si permanece sano. ¡El buen amigo está enfermo! Sí, está envenenado por las sustancias químicas, por las pruebas atómicas, por la contaminación de las aguas y mucho más. Él está tan enfermo, el buen amigo, que se ha convertido ahora en enemigo de los hombres.

Y a este enemigo no le puede vencer ningún pueblo, ninguna nación puede pisotearlo ni bombardearlo. Ningún pueblo puede matarlo, no importa qué armas utilice. Ningún hombre puede matarlo a tiros, aplastarlo, arrojarlo al pantano y al horror. Él se sacude y lo que él saca es lo que los hombres han bombardeado dentro del buen amigo: destrucción.

Sobre la Tierra seguirá sucediendo lo que Jesús de Nazaret manifestó: “Los pueblos se combatirán mutuamente, guerras civiles, pestilencias, enfermedades, necesidades y preocupaciones, personas sin hogar, muertos y muchas cosas más tendrán sobre la Tierra”. El buen amigo, que se ha convertido en enemigo de los hombres se sacudirá de sí todo aquello que está sobre y en la Tierra y en las aguas; y los soles y planetas harán lo que han de hacer a través de una atmósfera agujereada.


Vosotros hombres de esta Tierra: pueblos, naciones morirán, y se salvarán aquellos que siguen de verdad a Jesús de Nazaret, que cumplen las leyes de la vida interna. Ellos están plenos, elevados por encima de todo aquello que sobrevendrá a los hombres.

Y de este modo las agresiones se desfogarán. Y la Tierra se sacudirá, entonces, de todo lo humano, de todo lo que los seres humanos le han puesto encima. Y los mares cubrirán muchas cosas, a fin de que lo contrario a la ley divina se transforme en fuerza positiva, de modo que el planeta parcial espiritual de la Tierra pueda llevar a cabo lo que está manifestado: una Tierra purificada, es decir, nueva, que vibra en un nuevo Cielo. Pues así, como desaparece sobre la Tierra todo lo humano, así se transformarán también los astros.

No es ninguna buena nueva la que Yo os manifiesto. No obstante, Yo os manifiesto el destino de la humanidad para que todavía muchos de Mis hijos humanos despierten y cambien su forma de obrar, para que todavía muchos de Mis hijos humanos Me encuentren a Mí, su Padre Eterno, en sí mismos y se liberen de las futilidades (las irrelevancias) y de la corriente absorbente de este mundo.

¡Yo os llamo! Hijos Míos, ¡cambiad vuestra conducta! En vosotros está la vida; en cada uno de vosotros está enraizado el amor que Yo Soy. ¡Dad la vuelta! Dejad el intelecto, el carácter del entendimiento. Volved a vuestro interior, allí habita la Inteligencia eterna, Dios, Yo, la vida de vuestro Padre. Volveos sabios y captad el infinito, el universo, pues vosotros sois seres del infinito, provenientes de Mi fuerza eterna que todo lo abarca.

Hijos Míos, cambiad vuestro comportamiento, y reconoceréis en el momento justo lo que Mi Hijo, vuestro Redentor, ya manifestó. En el firmamento se mostrarán las fuerzas oscuras, formaciones a modo de nubes que traen consigo lo que es destructivo, más aún mortal. El hombre alerta, interiorizado en sí mismo, cerrará sus ventanas y ya no mirará a través de las ventanas abiertas (los ojos fìsicos). Él se dirigirá al interior y rezará a Aquél que desea ser la protección de todos los hijos: Dios, la Vida, el Yo Soy.

Continúa…

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